Que Quentin Tarantino vive enterrado en películas es algo que todos sabemos, que vive rodeado de discos es algo que suponemos. Que Quentin Tarantino es un tramposo a la hora de “homenajear” películas lo pensaría mucha más gente si viera las películas que homenajea. A mí que la película sea un plagio o no me da bastante igual, conozco a gente que se queja de esa debilidad de Tarantino por coger prestado, que han disfrutado sin avergonzarse los remakes de «Alfie», «Get Carter» o «La Huella» (casualidad que en cinco de las seis aparezca mi adorado Michael Caine).
Lo que sí me molesta es que se está convirtiendo en un tramposo también en la faceta que más me gustaba de sus primeros trabajos: la elección de canciones olvidadas.
Ni para los coleccionistas de discos era algo habitual comprar bandas sonoras con una selección de canciones pop (léase rock, funk, soul…), normalmente las canciones que aparecían seleccionadas ya las teníamos en sus discos originales. Algunas de esas canciones ni siquiera aparecían en las bandas sonoras, la música que comprabas era habitualmente la compuesta para la película, esa con la que se abre el baile en según qué tipo de bodas. Algunos empezaron a comprar música de películas gracias a Tarantino, algunos directores empezaron a rebuscar entre sus discos gracias a él. La música popular estaba de enhorabuena. Ya no.
Me permitirán que me centre en las dos últimas películas que, una por parte de la banda sonora y otra por la temática del film en sí, encajan mejor en este foro, De ese modo, además, me ahorro la engorrosa tarea de dirimir si Lole y Manuel o los Gypsy Kings tienen cabida o no en una historia de katanas. Sí, tras «Jackie Brown», creo que perdió el norte en esto de las bandas sonoras o contrató a un becario para que hiciera las selecciones.
En «Malditos Bastardos» el resultado en líneas generales funciona bastante bien, utilizar a Morricone en una película bélica no es osado, de hecho es más que correcto y, aunque parece que estaba pensando más en hacer el western que siguió, el resultado es exitoso; excepto por las excentricidades que, sea por la edad, por el miedo a enfrentarse a géneros con mayúscula o por el citado becario, ya no le funcionan.
Para empezar, la canción de Billy Preston no solo no encaja con la acción de la película si no que tampoco haría vender una sola copia de la banda sonora. Extenderme en la horterada de Bowie llamada Cat People no creo que merezca la pena siquiera. La inclusión de la canción de Bernstein solo se puede entender por el harpa de boca o quizá no pudo evitar recuperar un posible descarte de «Jackie Brown».
Con respecto a Django… si quitamos a Morricone de la banda sonora solo podemos decir que Jim Croce puede funcionar, que si nos tomamos las canciones italianas como un guiño al spaghetti western, vale, Quentin; que la guitarra de Brother Dege nos sabe a polvo y, aunque parece sacada de arma joven con Bon Jovi ya con el peinado de señora, también tiene sentido. Y ahí debería haberse quedado todo. El resto es hip hop y no, por mucho que el protagonista sea afroamericano, la trampa no funciona. No funciona con imágenes o sin ellas. Viendo la película me pareció que el personaje ya era bastante negro sin necesidad de reforzarnos esa idea con un supuesto guiño de chico blanco. Escuchando la banda sonora no me hago a la idea de en qué pensaba al hacer esa selección.
Será que ya nos hemos acostumbrado a su modo de hacer las cosas y no nos puede sorprender tan fácilmente, será que se puso el listón muy alto y, sabiéndolo, se dedica solo a incluir esas canciones para seguir siendo el chico malo. Lo que está claro es que si ya no vende tantas copias de sus bandas sonoras no es solo culpa de internet.
Y ahora sus detractores también podrán decir que no solo plagia imágenes, ahora también expolia las notas que se compusieron para otros planos.