El pasado mes de Abril concluyó la última temporada de Justified; se llegaba pues al punto y final tras seis años de brillantez sin parangón.
Este momento estaba rodeado por cierta expectación por parte de los amantes de la serie por motivos puramente argumentales por cómo se finiquitaría una historia que, en sus anteriores entregas, se podía jactar de tener unos finales redondos. Además, esta expectación venía aderezada con el triste hecho de que Elmore Leonard, fallecido el 20 de agosto del 2013, no podría estar presente a pesar que, según Graham Yost (Band of Brothers, Speed), el escritor de Nueva Orleans se solía mantener al margen en intervenir en exceso en el desarrollo de la trama y que “sólo les hacía saber cuando algo no le gustaba”. Es evidente que la figura de Elmore Leonard es notoria hasta el punto en que Graham Yost –junto con otros componentes creativos de la serie- solían portar una pulsera con la inscripción WWED, What Would Elmore Do (qué haría Elmore Leonard) durante el rodaje de la última entrega.
Justified quizás no pueda pavonearse de una vitrina poblada de premios; de hecho el show ha tenido una tímida presencia en los Emmys cuando, tras su segunda temporada, cuatro de sus actores fueran nominados y sólo una, Margo Martindale, se llevara a casa el galardón por la soberbia interpretación de Mags Bennett, uno de los mejores villanos que nos ha dejado la serie (con el permiso de Sam Eliott y su Avery Markham). Mención aparte de Jeremy Davies y su sensacional Dickie Bennett.
Sin embargo, para el que suscribe, esto no es indicativo exclusivo de una gran historia. Justified es una narración que no se ha cargado de raídos artificios, no ha tenido que llamar la atención con la inclusión de ningún Adonis o Venus de Kentucky (en pelotas, claro está), ni tampoco ha tenido que ataviar carencias argumentales con escenas de sexo explícito. Simplemente ha estado conviviendo con entregas de la talla de True Detective o Fargo.
Justified, para los despistados o para los que hayan pasado los últimos años perdidos en alguna selva amazónica debido a un turbio asunto de narcotráfico –por poner un ejemplo-, es una serie basada en el relato de Elmore Leonard, Fire in the Hole, el cual narra la historia de tres personajes, Raylan Givens (Timothy Olyphant), Boyd Crowder (Walton Goggins) y Ava Crowder (Joelle Carter).
La adaptación televisiva, para los que amamos la obra de Elmore Leonard, es un vivo ejemplo de su estilo narrativo plasmado en su 10 Rules of Writing (E. Leonard, 2001). “Dutch” mediante, reglas como la número dos, “evita los prólogos”, se hace patente en la falta de historias paralelas o flashbacks. Asimismo, y siguiendo a la número diez, “trata de evitar la parte en que los lectores tiendan a huir”, el argumento adolece de innecesarias historias secundarias que no aporten ningún sentido en el global de la trama.
Y siguiendo esta filosofía, tenemos como resultado un guión que empuja en dirección a Leonard, en la que el homenaje a su figura se hace patente en cada secuencia -véase la referencia a The Friends of Eddie Coyle (George V. Higgins) en “La Promesa”, de su sexta temporada- y ya recomendada a los lectores de Calibre 38 por mi compañero de armas Johnny Clash.
Pero la complejidad de la serie va más allá, como las novelas de Leonard nos encontramos con uno de esas muestras de controvertidos westerns que salpican la historia del género. Un género en el que, tradicionalmente, sus héroes defienden la civilización y nos preservan del mal de tez roja que se cierne al otro lado; y para ello se necesita un ejemplo moral, que ame a su familia, sea un buen vecino y pague sus impuestos. Este modelo ya fue desmantelado por el Ethan Edwards de John Wayne, cuando John Ford enseñara al mundo que los héroes de las historias también podrían ser vengativos, violentos y atroces. Y esta diversidad también se ve reflejada en los personajes principales de la serie Raylan y Boyd. Es Raylan el representante de la ley; y es él quien probablemente tenga menos valores morales: es extremadamente violento en sus métodos, de gatillo fácil y su promiscuidad hacen que su vida familiar sea un desastre. Y, como antítesis, es Boyd quien abandera estos valores morales, profiriendo un amor ciego a su prometida Ava y comprometiéndose con los valores de la comunidad (a veces).
Tras seis temporadas, llenas de villanos que van y vienen, y en la que ninguno de sus personajes es imprescindible (sin caer en la matanza compulsiva que otros nos tienen acostumbrados), la serie cierra el círculo con los tres personajes que la comenzaron.
Tymothy Oliphant interpreta magistralmente a un Raylan Givens intentando enajenarse de todo aquello que le ata a Harlan; hibris de una tragedia griega en la que el hidromiel se embotella en botes de conserva. Y para dar sentido a esta ópera, Walton Goggins y Joelle Carter deslumbran a la galería con su cruzada en aras de abandonar las colinas de Kentucky, sin saber que nunca dejarán Harlan con vida. Puro amor redneck. El resto, les invitamos que lo vean y juzguen por ustedes mismos.
Justified cierra a mi parecer de un modo apoteósico; quizás nos encontremos con un final que no esperábamos pero que, en el fondo, es el final que todos queríamos tener.