La pasada semana en el marco XIV edición de la Muestra Syfy de Cine Fantástico de Madrid, se estrenó «Stop Over In Hell» la última obra de Victor Matellano, un crudo y violento western que reseñamos aquí. Con este motivo le hemos realizado una entrevista para charlar sobre su película y de cine del oeste, esperamos que sea de vuestro interés.
– ¿En primer lugar nos gustaría saber que te lleva a elegir el género western para hacer una película? ¿De dónde surge la idea?
Estoy seguro de que si le preguntas a cualquier director de cine por un género netamente cinematográfico que le gustaría abordar es el western, ya sea de forma digamos formalmente «pura» como moderna. Creo que ese periodo histórico de los USA es apasionante, pero más aún que el cine haya tomado como continente esa ambientación histórica para narrar cualquier tipo de relatos emocionales. En mi caso era una fascinación desde siempre, casi una necesidad.
– ¿Puedes contarnos algo de la génesis de Stop Over In Hell? ¿Cómo fue el trabajo de elaboración del guión y la relación con Antonio Durán y Juan Gabriel García durante el desarrollo del mismo?
Hace dos años justos, mientras preparábamos el rodaje de «Vampyres», con Antonio Durán, Antoñín, hablaba de lo ilusionante que sería hacer un western. Y Antoñín me contó una sinopsis que acababa de concretar. Después le ofrecimos implicarse a Juan Gabriel García. Y más tarde Enzo G. Castellari lee el texto y nos apoya, al tiempo que Andrés Acevedo pone en marcha la producción. El trabajo con Antonio y Juan Gabriel fue muy fluido, son unos grandes conocedores del género y hubo total complicidad, siempre de acuerdo con Andrés. Nos asesoraron varios clásicos en el género como Eugenio Martín, José Luis Galicia, Jack Taylor o el propio Castellari con diferentes aportaciones.
– Teniendo en cuenta que hacía décadas que no se realizaba un western en España y lo arriesgado de una empresa de estas características ¿Cómo consigues financiación y haces que se suban al carro el resto del equipo?
Eso tendrías que preguntárselo a Andrés Acevedo, el productor ejecutivo, que con su empresa La Bala y la AIE Parada en el Infierno buscaron financiación privada y el equipo. Tal y como está el cine español, a mi me parece un milagrito del Niño Jesús.
– Imaginamos que ha debido ser algo especial rodar SOIH en Colmenar Viejo, además de ser tu tierra, es un lugar representativo para el western español y sobre el que has escrito anteriormente ¿La elección del sitio fue algo premeditado o vino por sí sola?
Se barajaron varias opciones antes de ver dónde se montaría el decorado. Y al final vimos que era la más adecuada. Si, para mi emocionalmente fue muy importante ya que es el lugar en el que mi padre trabajó en los westerns de los sesenta. En ese mismo punto rodó Kubrick la batalla de «Espartaco» y Siodmak la de «La última aventura del General Custer». Y a un centenar de metros estaba la city White Rocks de «La muerte tenía un precio». Fíjate, inspirador.
– ¿En comparación con tus anteriores trabajos, más centrados en el terror, qué diferencias y dificultades encuentras a la hora de encarar un rodaje tan físico como un western?
En realidad mis tres películas de ficción son muy diferentes entre si. A pesar de estar las dos primeras adscritas al terror, son muy diferentes, una más terror, la otra más horror con sexo. Creo que cada historia merece una planificación, un tempo y un lenguaje singular y diferenciado. «Stop Over…» también lo tiene. A pesar de que como dices es un género físico, lo más importante son los personajes, trabajar con los actores. Tiene que prevalecer el componente humano por encima de la acción y los efectos. En eso me he empleado.
– ¿Te documentas mucho para conseguir que todo se adapte a la época en la que se desarrolla la historia?
Es necesario. Aunque el contenido sea contemporáneo, que aquí lo es, ya que esta historia podría pasar en cualquier estación de autobuses o gasolinera apartada de cualquier parte del mundo. Pero si optas por el contexto histórico, tiene que estar trabajado, claro está, el arte, las localizaciones, el vestuario…
– ¿Después de la experiencia volverías a encarar un proyecto de época con lo que ello conlleva o traerás tus siguientes proyectos al tiempo actual?
No le tengo miedo a la época. De hecho la ambientación de «Vampyres» era atemporal. Pero, si, me apetece volver a lo contemporáneo y lo próximo será así.
– El casting de SOIH es de lo más variado, contando con jóvenes valores en alza como Tania Watson, Tábata Cerezo, Veki Velilla o Nadia de Santiago hasta actores consagrados como Manuel Bandera, Guillermo Montesinos o Ramón langa ¿Cómo se confecciona un plantel de actores de este calibre? ¿Había papeles pensados para algunos actores desde el principio o se va eligiendo los apropiados para cada papel a posteriori?
Hicimos casting. Así elegimos a Veki, a Tábata y a Tania. Lo de Tania Watson fue como un flechazo, entró al casting y cuando dijo la primera frase dije «Es el personaje». Veki y ella han hecho un gran trabajo como las hermanas protagonistas. Con Veki he hecho después teatro, tiene muchos registros, es muy brillante. A Tábata le tocó un papel jodido y lo abordó muy bien. Y Nadia de Santiago… bueno, simplemente es una de las mejores actrices que conozco, y quería que estuviese a toda costa. Denis Rafter y Víctor Vidal hacen un buen contrapunto generacional, muy interesante. Y los malos, Pablo, Maarten, Armando, están en el punto justo de lo grotesco. Con Pablo Scola ha quedado un Coronel muy salvaje, muy potente. Y luego las colaboraciones, Mayans, Bronston, Montesinos, Langa, un lujo. Y Manuel Bandera que es un gran actor que te da lo que le pidas. Todo el reparto, Karlos, Jorge, Fernando, Larry, colaboraron. A todos les estoy agradecido, fue un rodaje duro en lo técnico y en lo humano.
– Enzo G. Castellari ha sido un firme defensor de SOIH desde el principio ¿cómo llega a involucrarse en el film? ¿Puedes contarnos algo de cómo es trabajar con una leyenda viva del Spaghetti Western?
A Enzo le presentamos el proyecto en el festival western de Almería. Le gusta la idea y nos apoya desde el principio incluso aportando al guión. Más adelante, le propuse la colaboración especial. Se lo pasó muy bien interpretando el papel, se divirtió. Es muy afable con el equipo, y tenemos complicidad porque comprende perfectamente los problemas del director.
– En la película se puede ver la huella de Peckinpah y de algunos clásicos del Eurowestern, pero nos gustaría saber de primera mano cuales fueron tus influencias a la hora de encarar la cinta.
En casa tengo centenares de westerns que veo con frecuencia. Sin embargo antes de rodar evité ver western europeo, lo tengo demasiado presente. Si, Peckinpah es un referente, pero también lo son otros de otro estilo y momento diferenciado como Zinnemann, Ford, Hawks, Leone, Mann, Eastwood, Altman…
– La violencia es uno de los temas clave alrededor de los que gira la historia de SOIH, de hecho nos parece que la acerca más al cine de terror que al western clásico. ¿El realizar una historia tan violenta y descarnada viene por tu afición al género del terror y no alejarte de los parámetros cinematográficos en los que te encuentras cómodo o bien es por que te parecía que podría ser interesante dar un enfoque novedoso al cine del oeste?
Lo cierto es que en la idea inicial de la película estaba la violencia. Y contra todo pronóstico redujimos la crueldad y los momentos gore que Antonio y Juan Gabriel planteaban, quizá era yo el menos duro de los tres en este aspecto. También redujimos al final la cuestión sexual a lo justo. Y aún así la historia es violenta. Porqué? Por que la personalidad de esos personajes aboca a que sus actos sean esos y no otros. Esto ya estaba en el western europeo y en algún ejemplo americano de décadas pasadas, donde hay mutilaciones, torturas o crucifixiones. Eso no es único del terror. Lo que ocurre es que se asocia a los psicópatas con el terror y aquí hay psicópatas que no sólo utilizan las pistolas como arma.
– Uno de los puntos fuertes del film es el personaje del Coronel, una encarnación del mal personificado que emparenta la película con el Weird Western ¿Cómo se crea un personaje nihilista de estas características?
Si quieres despojar de alma a un personaje cruel, no lo expliques, así de sencillo. El mal por el mal, el mal derivado de poseer y pisotear psicológicamente al otro, el mal provocado por el individualismo más exacerbado, si no tiene trauma de por medio, resulta inhumano. Y ahí es donde entra ese concepto demoníaco, diabólico, propio del Weird Western.
– En una película del oeste la música es algo esencial, dentro de la banda sonora de SOIH aparte de la música de José Ignacio Arrufat(Score) y Javier de la Morena (Canciones) se encuentran algunos temas de Jack Jamison y Nat Simons, dos exponentes de la escena Americana y Country española ¿Eliges la dulce voz de Simons para ejercer de contrapunto a la violencia o buscas otro motivo?
A Nat Simons la elige Javier de la Morena. Nat es una estrella emergente, en este momento en USA, que va a dar mucho que hablar. Yo estuve muy de acuerdo en su elección, como en Jack Jamison, con esa voz tan profunda. A Jack sí lo conocía. Con ambos Javier establece dos voces en la historia, la de un narrador y la de unos personajes femeninos en busca de esperanza. Las canciones son maravillosas, muy orgánicas. Y el fantástico score de Jose Ignacio Arrufat es muy moderno, novedoso, metálico, contundentemente industrial. Ferruginoso, en la línea de algunos colores de la paleta fotográfica.
– ¿Qué peso crees que tiene en tus películas en general y en SOIH en particular el uso de la música?
El espacio sonoro diría yo. Es el cincuenta por ciento, el otro es la imagen. La música es muy importante, su organicidad o su contraste para generar sensaciones. Pero también los silencios y los ambientes que hablan, que en si mismos son musicales.
– Nos gustaría mencionar que nos encantó el entrañable homenaje a Conrado San Martín, uno de los grandes de nuestro cine. Haciendo un ejercicio de cinefilia ficción ¿Si pudieras elegir a qué actores actuales o clásicos incluirías en una película?
Uno de los días que recuerdo más felices en el rodaje de «Vampyres» fue la jornada en que Conrado vino a hacer su papel. Y en esta película tenía que estar también sí o sí, por estar tan ligado al western y a Leone. Nos conocemos hace muchos años, le tengo mucho cariño y admiración. Me hubiese gustado que otros amigos del género como Aldo Sambrell, Paco Braña o Ricardo Palacios hubiesen estado también. Pero eso ya no es posible…
– ¿Cómo espectador qué buscas en una película?
Que me entretenga, que me atrape y si es posible, me emocione.
– ¿Cuales son tus influencias en el cine del oeste?
Creo que todo, el clásico, la renovación de los setenta, el europeo, el moderno…
– ¿Eres más de western europeo o de western américano?
Más americano. Pero Leone es Leone. Y reconozco la valía de Corbucci, Sollina, Castellari, Romero Marchent o Eugenio Martín, por supuesto.
– ¿Cual o cuales son tus Spaghetti favoritos?
La trilogía del dólar de Leone, «Keoma», «Hasta que llegó su hora», «El halcón y la presa»…
– ¿Y Cuales son tus western preferidos en general?
«El hombre que mató a Liberty Valance», «Río bravo», «Centauros del desierto», «Grupo salvaje»…
– Un director de cine del oeste
Me interesa mucho Robert Aldrich
– Un actor de western
Henry Fonda. Se que hay muchos actores buenos pero este es tan enigmático…
– ¿Y una actriz?
Claudia Cardinale, fascinante. Y la Joan Crawford de «Jonny Guitar».
– ¿Puedes contarnos algo de tus futuros proyectos, ya sean libros o películas?
Pues estoy con varios proyectos a la vez para teatro, cine, alguno de ellos para este año. Y de escritura, quizá me paso ahora a la narrativa. No los cuento porque, ya sabes, se pueden gafar…
Si queréis saber más sobre Victor y su obra podéis visitar su web haciendo clic aquí.